LA FANTASIA LUDICA EN LA OBRA DE ALEJANDRO CABALLERO
María Teresa Espinosa
Curadora e investigadora
“Mi lenguaje plástico proviene del privilegio de haber absorbido
la atmósfera urbana que me rodea, desde mi niñez-adolescencia,
esa atmósfera única, diferente y rica en sensaciones e impresiones
que se percibe aquí, en el casi corazón de la ciudad de México.
(Lagunilla-Tepito).
“Territorios de lo fantástico” ha llamado el Cenidiap atinadamente al presente ciclo de conferencias donde diversos investigadores y artistas, que desde nuestros territorios, disciplinas y perspectivas enriquecerán la reflexión y critica teórica necesaria a la historia del arte en México.
1. De lo Fantástico
Las definiciones que los expertos en el uso de la lengua dan a la palabra fantástico, son:
Quimérico, fingido, que no tiene realidad y consiste sólo en la imaginación.
Perteneciente o relativo a la fantasía.
Presuntuoso y entonado.
Coloquialmente, magnífico, excelente.
En la actualidad existe la necesidad de afirmar el lugar de lo fantástico en el contexto global de la producción artística, como modo de construir imágenes con la particular virtud de ofrecer un terreno apropiado para explorar y expresar reflexiones y críticas sobre las más diversas dimensiones de lo humano y su manera de representación visual.
Lo fantástico se puede entender como un eje transversal a los territorios expandidos y desenfocados del arte; como una manera de “ver” las cosas, trascenderla, lo no aparente en la historia, el futuro, los símbolos, los mitos, los milagros, etc.
El arte fantástico de México en particular crea ciertos valores, por lo general no sucumbe como otros géneros a la ironía. Si bien, se hacen presentes términos coligados al estudio de lo fantástico, pues se expanden desde lo feérico, lo onírico, lo ominoso, lo imaginario, lo imposible, lo extraño, lo mágico y lo numinoso [2].
Si consideramos el vasto campo de las creencias y suponemos que lo fantástico se origina en las cosmovisiones y paradigmas humanos entonces estaremos de acuerdo que no puede ser un concepto anclado en una época determinada. En su propia genealogía podemos decir que no es una corriente, ni una escuela única; existen manifestaciones de arte fantástico en la antigüedad clásica, en el romanticismo, el simbolismo, el surrealismo, el realismo mágico, etc. [3].
De manera que proponer una definición de lo fantástico en la producción plástica del artista Alejandro Caballero, se despliega de la propia construcción de la obra, de la relación entre sus componentes, y el proceso creativo particular que lo genero, en la imaginación artista que lo plasma en su obra. La idea de que en lo fantástico existe un trasfondo conceptual más complejo que el mero efecto fantasioso la encontramos en el estudio que hizo Ida Rodríguez Prampolini sobre lo que ella llamó el arte fantástico de México [4] y que diferenció del surrealismo apuntando a el mensaje y el humor negro, características que luego se abrían perdido cuando, -según Rodríguez Prampolini-, los artistas mexicanos sucumben a los encantos del surrealismo.
Es cierto, que se hace necesario a la investigación actualizar el conocimiento que se tiene de la pintura fantástica de México, el caso del Cabello -para el entre siglo- desde los primeros artistas que producen en el siglo XIX hasta el presente siglo XXI. Interesaría confirmar si efectivamente se acabó el arte fantástico propio de México, como lo declaró Rodríguez Prampolini en 1969 [5], o si de lo contrario ocurrió algo más probable: que el legado de los primeros artistas evolucionó hacia una versión contemporánea de fantasía mexicana.
Para ilustrar lo anterior cabría analizar un buen conjunto de obras del artista en su vasta producción en que ha estado activo en los distintos géneros que ha trabajado; Collages cinéticos, series, muralismo, arte objeto etc., donde se pueda comprobar que la manera en que se construye lo fantástico en su obra se relaciona con los conceptos también de historia, lugar e identidad, para evidenciar su modo de construir lo fantástico.
Lo que aporta la obra fantástica de Alejandro es su capacidad de crear un nuevo sentido que ofrecer a quienes observamos su obra, - de lo popular mexicano, con piezas que recolecta en su recorrido por la ciudad de México, en los puestos llamados ambulantes y mercados de pulgas-, que vemos integrados en sus piezas con formas híbridas de cuerpos animalizados; pero también con colores y texturas en personajes de circo o de creados por su realizador.
Todas estas formas no son otra cosa que metáforas plásticas para sugestionar al espectador a imaginar nuevas maneras de pensar temas profundos. Y en el caso Alejandro Caballero tendríamos que abstraer de sus obras características esenciales de lo fantástico enfocándonos en el aspecto constructivo que trata de presentar una “realidad alterna dentro de lo conocido o cotidiano”, porque en la fantasía no sólo el destruir la concepción del tiempo y del espacio nos lleva a la destrucción de la identidad; sino incluso a crear una nueva.
Este mecanismo de construcción de imágenes que utiliza el artista, plantea y abre un cuestionamientos sobre lo que creemos como “verdadero o realidad”, en esta figuración fantástica “lo que importa es lo que ves, y como lo pensó el artista cuando hizo la pieza es por lo general, otro proceso”.
2. Lo lúdico y lo fantástico
Analizando la raíz etimológica, la palabra proviene de los vocablos en latín: ‘iocum’ y ‘ludus-ledere’. La polisemia del término, así como el abanico de interpretaciones subjetivas a las que se ve sometido, desembocan en conformar que cualquier definición carezca de los rasgos de totalidad y plenitud de lo lúdico.
No son pocos los pensadores, filósofos o críticos que han definido a su manera a tan extraordinario concepto. Huizinga, Caillois o Cagigal han plasmado su perspectiva a modo de definición escrita sobre lo que les representa lo lúdico que en español se ha traducido como el juego, cuando se ha querido abordar desde este “uno de los impulsos fundamentales del arte moderno; el deseo de anular la distancia que media entre audiencia, consumidores o público y la obra.”
Es Hans Georg Gadamer, que escribe “La actualidad de lo bello. El elemento lúdico en el arte”, obra poco discutida pero sí referida más por el término que por su propuesta, pues además de lo lúdico incluye juego, el símbolo y la fiesta.
Gadamer, escribe que “mientras que en otro momento se analiza la obra de arte en su manifestación cultural de la cual se desprende, pero destaca lo que en ésta se devela más para quien observa la obra, porque la experiencia del arte es un encuentro con nosotros mismos como individuos.
En las primeras páginas de su libro La actualidad de lo bello escribe: Nos preguntamos por la cuestión de la justificación del arte, pues el arte es una disciplina que suscita todo tipo de preguntas, y en la actualidad incluso más que antes. ¿Qué función puede cumplir aún hoy el arte? ¿Cuál es su sentido y su significado?
De aquí la relevancia del juego, lo lúdico en la obra de Caballero, siguiendo el decir del pensador alemán, pues, por una parte, nos invita a salirnos de la rigidez del esquema, ver más allá, arriesgarnos a aceptar lo inaceptable, y así, permitirle al arte moderno ser considerado conjuntamente con la tradición.
Y por la otra nos invita a ser espectadores participativos, a establecer relaciones primarias con las obras, y a adentrarnos en éstas, pues, citando al autor, “el concepto de juego se ha introducido precisamente para mostrar que, en un juego, todos son co-jugadores. Y lo mismo debe valer para el juego del arte, a saber, que no hay ninguna separación de principio entre la propia confirmación de la obra de arte y el que la experimenta”.
Y es que en realidad, sabemos que para Gadamer el arte se enlaza con el juego, en tanto que éste permite que el espectador participe de la obra en un hacer comunicativo.
Participación retomando el concepto del pensador alemán es lo que propone la obra realizada por Alejandro Caballero, participar de ella, en sus estructuras para que el elemento lúdico del arte no se haga patente sólo de un modo negativo, como libertad de estar sujeto a un fin, sino como un impulso libre.
En la expresión de sus personajes callejeros, sus rostros, gestos, escenas cotidianas, oficios y el reciclaje de los materiales que conforman su obra, plástica y cinética.
Los acentos cinéticos en su obra recuperan y en realidad son parte integral de su propio ser, el mismo es movimiento continuo, lleno de proyectos y trabajo por la disciplina que ha desarrollado en su vida artística y personal, pues lo mismo da clases en una universidad, que en la Elitep, esa continuidad de taller en el barrio antiguo y más tradicional de México, Tepito, organiza nuevas series, exposiciones y presenta performance.
Excelente dibujante que obtuvo una primera distinción en la Sexta Bienal de Dibujo “Diego Rivera” en 1995, muestra en apuntes y bocetos la concreción creativa de las formas, su propuesta lúdica al espectador.
El mundo de Alejandro Caballero es un mundo lleno de animación y movimiento. Nada más fácil que remitir la idea de fuerza a su constante expresión de movimiento. Pero nada más turbador ni más engañoso también, en el modo peculiar con que Caballero trata el movimiento cinético de sus personajes, ahí está el secreto de su arte lúdico y agudo al ojo que lo observa.
La armonía interna del cuerpo concibe los movimientos de golpe, con una profunda y momentánea inspiración. Nada turba tanto nuestro espíritu como la falla instantánea que viene a interrumpir el curso de una acción, un movimiento, un ademán torpe o desgarbado nos pone al descubierto, que el mundo no está inmóvil.
Ante las diversas fases de un movimiento cualquiera, hay muchas actitudes y es el artista quien suele elegir las más expresivas, por no decir que las más felices. Cabría decir las más gallardas y estatuarias, las que nos dan a un tiempo la imagen viva de la acción y el móvil interior que la produjo.
Es cierto, que la recepción popular de la obra que realiza esta en marcha, su trabajo que se cuenta ya en varios años de realización se consolida a través del análisis de críticos y estudioso, pero también en la necesaria realización del catálogo de su obra. Pues a decir de la crítica Berta Taracena, “Caballero ha sabido cultivar su propio ingenio y su propio modo de expresión fantástica en cada una de sus obras y en cada una de sus etapas de trabajo.”
Autores de la historia del arte en México como Carlos Orozco Romero (1896-1988), Antonio Ruiz (1897-1964), Agustín Lazo (1910-1976), Jesús Guerrero Galván (1910-1973), Francisco Corzas (1936-1983) forman para el trabajo de Alejandro su antecedente con el trazo imaginativo y en algunos casos fantásticos de excelente factura, pero también tiene en los pintores simbólicos parte de su influencia.
Ahí están sus obras Instantes y variantes de José el Soñador, Cabeza Torre de Raquel, El Callejón del Artista, Vigilante Perpetuo, Misión y Reprensión del Profeta Jonás, Peripecias del Mictlán, para atestiguar su propuesta estética ricas en símbolos, propuestas y sugerencias a quienes las observamos.
Sus personajes, escenarios y los objetos plasmados, se reconocen fácilmente por su configuración esquemáticamente realista, pero enseguida aparece el poder de mediación poética del artista que transfiere lo representado al campo de la imaginación, de lo fantástico y dan lugar a un mundo misterioso, atrayente, a la mirada que atenta observa la transfiguración hecha por las manos del artista.
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