Lo Fantástico y lo portentoso en el arte de Alejandro Caballero
Alejandro Caballero hace resumen de su trayectoria y se contempla con mirada analítica y profunda, desde niño, cuando comenzó a esgrafiar líneas y volúmenes en los muros de su casa, sabe que sus formas pertenecen al mundo de lo fantástico, a esa realidad transpuesta producto de la intuición sensible que no todo mundo percibe a primera vista pero que está cargada de símbolos y significados, y que él dedicaría su vida a dar figura y color a esas percepciones.
Las conexiones que puedan sugerirse entre la obra de Alejandro Caballero y el surrealismo, han de ser posibles desde un punto de vista únicamente teórico, ya que en su caso se trata de un artista testigo de su tiempo, protagonista de la época que le tocó vivir, encausado a expresar en sus imágenes lo lógico y lo absurdo, lo superficial y lo profundo, lo divertido y lo terrible, lo fantasmal y lo santo, lo degradado y lo sublime, así como todos los aspectos de un mundo como el presente en conflicto continuo y sin aparente solución.
Nacido en el seno de una familia de orfebres y joyeros, originaria de Guanajuato, tierra de grandes artistas y artesanos, admira en el arte mexicano la libre fantasía de simbólicos pintores como Carlos Orozco Romero(1896-1988), Jesús Guerrero Galván(1910-1973) y Francisco Corzas(1936-1983).También ha recibido la influencia del periodo surrealista de Raúl Anguiano(1930-1950) que se advierte en la elegancia de la formas , la amplitud y misterio de grandes espacios interiores y exteriores, si bien proyecta su propio ingenio y su propio modo de expresión en cada una de sus obras.
Disciplinado conjuga el espacio y la perspectiva de manera muy personal, buscando los mayores efectos y luz para lograr el mayor impacto fantástico y poético.
Sus pinturas recientes, desarrolladas a través de tres series principales, resulta prueba de una rica imaginación que logra frecuentes aciertos en ejemplos clasificados por el propio artista como jugueteros oníricos (serie I), Personajes escénicos (Serie II) y Collages cinéticos (Serie III).
Este fecundo y numeroso acervo demuestra no solo equilibrio plástico, técnica precisa y depurada, sino un fondo moral que presta al arte de Alejandro Caballero tanta forma móvil y dinámica como contenido veraz y filosófico. En la gran serie Jugueteros oníricos, también llamada Alacenas con sorpresas, el artista expresa el mundo recóndito y a menudo esotérico del subconsciente, de lo inesperado y de la fantasía, donde pude ubicarse toda clase utopías o quimeras más allá de la realidad natural y circundante. En estas pinturas Caballero proyecta su poder de disciplina para conjugar el espacio y el color de manera muy personal, buscando impactantes efectos y luces para obtener sorprendentes imágenes poéticas y fantásticas. En el conjunto de Personajes escénicos, se transmite la inclinación del artista por representar y analizar profundamente algunos elementos de la comedia y el drama de la vida cotidiana, y que Caballero condensa con ese poderoso instinto expresivo que lo caracteriza y que hace su lenguaje plástico original y diferente.
Pinta y dibuja hombres, mujeres y niños semejantes a cualquier prójimo pero que en su manera de revelarse ante la mirada comunican algo poético y esclarecedor que bien puede compararse con la verdadera esencia de la humanidad. Dolor, escepticismo, violencia, sacrificio, aparecen en estas efigies mediante las cuales este pintor prosigue sus ensayos y descubrimientos, se afirma en sus conceptos y da muestras de todas sus variadas y ricas posibilidades futuras.
Por último, en los Collages cinéticos, composiciones multisignificantes, presentadas con formas bidimensionales con imagen frontal y con imagen posterior como cajas con sorpresas, Caballero destaca con incisivo ingenio la gracia de lo vulgar o de lo común y corriente que surge o brota sorpresivamente aún en reverenciadas circunstancias de la historia, del mito y de la vida cotidiana. Empleando dibujo, pintura y escultura se llevan a cabo estas construcciones cinéticas.
Tomando a contrapelo (como los jinetes del Bajío Guanajuatense) las ideas según la imagen poética más impactante pueden derivar del acercamiento de dos realidades tan alejadas entre sí como sea posible, encuentra en la paradoja de su Semejanza-trágica y simple lo original de su discurso.
Con temas como El alacrán, La sandia, La mano, La chalupa y otras obras presentadas con ingenio y la gracia del juego popular mexicano llamado “La Lotería”.
Lo alto y lo bajo, lo próximo y lo lejano, lo bello y lo horrible, lo malo y lo bueno, lo triste y lo alegre y lo que cada quien imagine y proponga al contemplar estas obras, integra el deslumbrante mundo de formas de este artista. De hecho, lo que sorprende a primera vista en su trabajo, es su sencillez aparente, su aspecto de evidencia rápidamente desmentido en cuanto el espectador se da cuenta del uso que se hace de las cosas representadas.
De ahí la sorpresa, la magia y el encanto de este creador todavía joven. Sus personajes, los escenarios y los objetos se reconocen fácilmente por su configuración esquemáticamente realista, pero enseguida aparece el poder de meditación ensoñadora de Alejandro Caballero que transfiere lo representado al campo de la imaginación fantástica y deja al espectador en la más completa libertad de interpretar lo que mira.
Sin duda en el origen de este modo de ver y de sentir se ejercen los recuerdos de emociones experimentadas hondamente, en la infancia, o en la pubertad o en cualquier momento de la vida, que el artista comparte y transfigura en imágenes alucinantes. Su talento para pintar la realidad con trampa, resulta un acicate para que cada quien interprete a su manera, lo bello, lo mágico y lo fascinante que aún persisten en este mundo lleno de fuerzas destructivas.
BERTA TARACENA *
México D.F a 2007
* Historiadora y Crítica de Arte Mexicana. Integrante de la International Associatión of Art Critics ( AICA, UNESCO).
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